La grandeza de Manny
Pacquiao y Juan Manuel Márquez
se muestra en que ambos optaron por la segunda. Nada de tanteos, se conocen más
que de sobra y así, desde el primer segundo, las hostilidades se iniciaron con
gran intensidad. Hay que destacar la mejora de Pacquiao, mucho más activo e
intenso que en sus últimas apariciones, recuperando esa electricidad de demonio tan
suya.
Márquez, con nada más y nada menos que 39 años, sigue
estando como un chaval ¡o mejor!, bien entrenado y asesorado por Nacho Beristain, el otro gran vencedor de la noche. La inteligencia
y la paciencia fueron las guías del mexicano, quien se sentía a gusto en la
media distancia y se hacía fuerte en las contras. Una bolea de derecha tumbaba
al filipino. 39 asaltos le costó derribar al Pacman.
Éste no tardaría en reaccionar y espoleado por la rabia se
lanzó a por su rival, buscando compensar tal afrenta. Y lo consiguió. Márquez
volvió a sobar la lona en una pelea ante Pacquiao. La mirada del filipino
irradiaba furia, ansia de terminar con aquello, liquidar a su rival y borrar
todo tipo de dudas y habladurías. Pero ya se sabe que quien golpea primero, golpea dos
veces.
Los últimos segundos del 6º asalto ya forman parte de la
historia. Pacquiao se anotaba la ronda dejando a su rival dañado y se le olvidó que hasta el rabo
todo es toro. Márquez lanzó su puño ante la apertura del tagalo, cargado de amargura
y aflicción, de incomprensión ante decisiones ajenas y de la creencia de que
ése era el momento para desquitarse de todo. El gran Pacman cayó
abatido al instante.
Se desplomó y se sintió en todo el mundo. El KO del año
fulmina a Pacquiao. El boxeo es el deporte en el que los ‘dioses’ se convierten
en simples mortales en un segundo. Nadie está libre de caer. Tan crudo como la
vida misma. Este resultado cambia el panorama actual. Un Pacquiao recuperado
cae con estrépito y Márquez caza a la bestia negra de los mexicanos. ¿5º pelea?
Para qué ensuciar este momento.
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