25 feb 2013

Redención y victoria

La noche más importante en la vida profesional de Lamont Peterson fue la del 10 de diciembre de 2011, cuando ganó con sorpresa y polémica arbitral al británico Amir Khan. La alegría no tardaría en tornarse disgusto cuando un control antidopaje daba positivo y se cargaba la revancha. Curiosamente fue Peterson quien pidió que se realizaran exámenes de sangre al azar.

Pese a todo, el título superligero de la FIB logrado ante Khan siguió en sus manos porque según los médicos, los niveles de testosterona encontrados en su sangre indicaban un uso terapéutico que no suponían una mejora en su rendimiento. El error de Peterson fue no comunicar el uso de esa sustancia a las autoridades. Su condena, cerca de un año de suspensión.
Pagadas las deudas, Peterson volvía a los cuadriláteros en un combate en el que buscaba algo más que la victoria: reivindicarse. Era el momento de limpiar tanta basura, que por su propio error, muchos habían vertido contra su nombre y logros. El rival que lo recibiría no era moco de pavo: Kendall Holt, uno de los mejores estadounidenses en la categoría era una buena piedra de toque.

Agresivo, curtido y con hambre, le puso las cosas difíciles al inicio de la contienda. Tiraba con dureza y mala intención, insistía una y otra vez  y parecía querer hacerle pagar en carnes el castigo por aquel poco oportuno positivo. Pero Peterson, lejos de achantarse mantuvo su plan. Cerrado como una ostra, absorbió y esquivó los golpes de su rival, se mantuvo sereno y esperó su momento.
El 4º asalto supuso el punto de inflexión. Peterson se viene arriba diciendo ‘aquí estoy yo’, conecta una buena mano que derriba a su rival y quiebra su estrategia. Desde ese segundo se convirtió en el dominador, taladrando con constancia a Holt hasta lograr que no se levantara más y su rabia por todo lo vivido se escapase. Importante victoria deportiva y anímica para Peterson.

Ahora, expiado de culpas, puede mirar cara a cara a los grandes nombres de la división. Unificar con Danny García o dar una oportunidad al temido Lucas Matthysse. Prometedor horizonte. Un error tan tonto como grave pudo tirar por tierra su carrera de no saberlo asimilar convenientemente pero Peterson, de 29 años, parece haberse repuesto de toda contingencia. Ha regresado justo a tiempo.

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